Nuestro colegio San Ignacio El Bosque, mixto desde el 2014, pone en evidencia que se puede avanzar hacia una sociedad con mayor equidad, donde hombres y mujeres tengan el derecho de acceder a la misma educación.
Ante los hechos ocurridos en el Instituto Nacional (IN) estas últimas semanas acerca de si convertir o no el establecimiento en uno de carácter mixto, creemos que no podemos quedarnos de brazos cruzados y que debemos dar a conocer nuestra opinión y experiencia de lo que significa avanzar hacia una institución mixta.
Actualmente la educación está viviendo un período de cambios profundos, los que van en directa relación con los procesos que demanda la sociedad del siglo XXI. Nosotros, los y las jóvenes, en el último tiempo iniciamos un camino que busca la conquista de una educación no sexista y con equidad de género. Según el Mineduc (2018), la educación segregada por sexo está a la baja y, en el presente, alrededor del 4% de la matrícula nacional es exclusiva para hombres o mujeres.
Nuestro colegio San Ignacio El Bosque, mixto desde el 2014, pone en evidencia que se puede avanzar hacia una sociedad con mayor equidad, donde hombres y mujeres tengan el derecho de acceder a la misma educación. Entendiendo la importancia del rol socializador de la educación, hoy nos parece necesario destacar que “la tradición” de más de 200 años del IN no fue impedimento para avanzar en conjunto con nuestra sociedad hacia las demandas que han defendido las estudiantes y mujeres de este país.
El marco educativo del IN plantea que es un centro educativo con un proyecto humanista, pluralista, tolerante, inclusivo, no discriminatorio y respetuoso hacia los derechos de las personas y la diversidad. Por esto, la decisión tomada mayoritariamente por los estudiantes fue en directa relación con su proyecto educativo y logró socavar discursos discriminatorios que defendían seguir siendo un colegio exclusivamente para hombres sólo por tradición. La tradición no puede ser un argumento válido, si sabemos que el evolucionar implica terminar con lógicas excluyentes que no aportan al desarrollo de la sociedad en su conjunto.
Tal como dijo el periodista Daniel Matamala: “Las sociedades evolucionan y que un grupo haya sido discriminado en el pasado no justifica que esa discriminación continúe”. No porque se hizo siempre así, significa que se tiene que seguir haciendo.
Como estudiantes de un colegio mixto y jesuita, que sin perder su identidad comenzó a avanzar hacia una real integración de niños, niñas y jóvenes, con miras a la construcción de una sociedad más equitativa y consciente, en la actualidad podemos sostener que somos testigos de los grandes beneficios que trae la coeducación para nuestro colegio y sobre todo para nuestra sociedad, reafirmando que a pesar de ser por naturaleza diferentes, no somos por naturaleza desiguales, y que tanto hombres como mujeres tenemos el derecho a la misma educación.
«Hoy no nos podemos quedar de brazos cruzados viendo cómo miradas retrógradas de la sociedad y la educación nos arrebatan la oportunidad de avanzar hacia la igualdad. Tal como el IN, debemos ser capaces de luchar y buscar que cada día sean menos los espacios educativos donde las personas sean excluidas, marginadas y discriminadas.»
Si estamos convencidos que la educación mixta es fundamental para avanzar hacia una sociedad que brinde las mismas oportunidades a todas las personas sin importar ninguna condición, tenemos que defender colectivamente estas demandas. Sólo así, podremos llegar a una sociedad en la que todas y todos tengamos el mismo protagonismo y la misma capacidad de incidir en la toma de decisiones de nuestro país.
Hoy no nos podemos quedar de brazos cruzados viendo cómo miradas retrógradas de la sociedad y la educación nos arrebatan la oportunidad de avanzar hacia la igualdad. Tal como el IN, debemos ser capaces de luchar y buscar que cada día sean menos los espacios educativos donde las personas sean excluidas, marginadas y discriminadas. Hacemos un llamado a los y las estudiantes conscientes, a tomar las riendas de las problemáticas y seguir el ejemplo de todos los establecimientos educativos que han sabido avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria. Unidos debemos generar los cambios que necesita nuestra sociedad y nunca dejar de defender: que la razón supere a la tradición.
Fuente: El Mostrador