Formamos hombres y mujeres para los demás, para el servicio y la búsqueda de la justicia, de un modo que los estudiantes, o el sello de nuestra formación y educación sea el de hombres, alumnos, profesores y directivos que sean cristianos comprometidos, compasivos, competentes y conscientes del mundo y sus complejidades. Hombres y mujeres de paz, justicia y agentes de cambio en el mundo actual. Esto nos lleva a centrarnos en la persona, su valor, su dignidad e importancia, integralmente, en una visión cristiana del ser humano y su vocación social.

Nuestro fin y horizonte es “transformar evangélicamente la sociedad y la cultura”. Cumplimos así la misión de servicio de la fe y promoción de la justicia, pues al ampliar y mejorar nuestro impacto apostólico en el campo de la educación sabemos que estamos contribuyendo a superar la pobreza, la inequidad y a evangelizar el actual cambio cultural.