La partida de Rosario Saldivia en el corazón del Colegio San Ignacio y de su Dirección de Pastoral y Formación

25 Jul, 2023 | vida de nuetros colegios

La Directora de Pastoral y Formación del Colegio San Ignacio Alonso Ovalle, Javiera Jansana, reflexiona sobre la partida de su estudiante Rosario Saldivia y cómo el área que lidera busca dar luz, contención, apoyo y testimonio de fe en este momento, en el siguiente artículo:

Lo sucedido en la semana que recién termina en nuestro colegio, sin duda, nos remeció el corazón. La muerte repentina de una estudiante de solo 13 años es algo que nunca quisiéramos vivir… sucedió… la comunidad entera se vio impactada, atónita, conmovida frente al dolor de los padres y familia de Rosario.

Todo iba bien en este nuevo campamento scout. Los distintos grupo​s​ repartidos en diversos lugares desarrollaban sus actividades de manera alegre como siempre hasta que el viernes Rosario empezó a sentirse mal… rápidamente llegaron con ella al servicio de salud de El Quisco, y de ahí a San Antonio, lugar al que llegaron sus padres, y luego a Valparaíso… todo en un par de horas. Con los jefes del grupo scout más un colaborador que acompañaba el campamento, siempre al lado fue que empezamos a vivir lo que era acompañar… acompañar dando todo por no dejar solos a Rosario y a sus padres.

Cuando me llamaron contando lo complejo de la situación, me​ ​movilizo a San Antonio sin sospechar lo que se venía. El viaje fue rápido igual que todo lo que fue pasando después. Mientras viajaba, todo el Equipo Directivo estaba atento a lo que les podía informar con lo poco que se sabía en ese momento. Estando afuera del hospital, veo lo grave de lo que pasaba. Salen los padres de Rosario: «Nos vamos a Valpo en ambulancia»… «​R​osarito va a luchar»… nos dicen en medio del dolor. Así partimos en caravana: ​ambulancia, padres, scouts y yo.​ Ya en el ​V​an ​Buren, los padres entran y no los vimos más ese día. Ahí quedamos todos en la calle​,​ esperando noticias, y en esa espera los scouts seguían viviendo ​su campamento que terminaba al otro día. Los jefes lograron coordinar que todo avanzara en normalidad, conteniendo las dudas e inquietud de los niños y de los apoderados. Nadie entendía mucho, pero la fuerza de esos jóvenes líderes me impresionó. 

El sábado, ya de vuelta en Santiago, nos reunimos como Equipo Directivo para evaluar lo que pasaba y tratar de entender lo que era inexplicable. Aún había poca información. Empezamos a avisar a su profesora jefe, a los equipos de apoyo, conteniendo a los apoderados del curso y fue ahí, siento yo, que empezó a moverse algo en cada uno. Los equipos, a pesar de estar en vacaciones, se empezaron a  reunir y a pensar en acciones para el lunes. Fue triste ponerse en dos escenarios… si Rosario seguía hospitalizada o si Rosario partía… pero hubo que hacerlo.

Durante la tarde de ese sábado, junto al Padre Ismael viajamos para que él diera la unción de los enfermos a Rosario. El momento fue de un profundo dolor e intimidad, pero nos dimos cuenta de lo importante que fue hacernos presentes en ese momento. Abrazar a esos padres, estar ahí con ellos y transmitirles la preocupación de la comunidad los hizo sentirse acompañados. Ya veíamos que se acercaba un desenlace que no queríamos.

Llegó el domingo y la comunidad entera se unió a la familia a través de una hermosa misa en nuestro templo, conmovedora y muy sentida, pidiendo por esta pequeña y su familia. Una vez que termina la misa, nos enteramos del fallecimiento de Rosario… el dolor cada vez era más grande entre todos, pero seguía soplando el Espíritu y la necesidad de acompañar se hizo más fuerte. Ahora teníamos que pensar en toda la comunidad. ¿Qué se hacía con los niños más pequeños? ¿Con los cursos afectados más directamente? ¿Cómo estar junto a la familia? Iban apareciendo más preguntas y el Espíritu soplaba haciendo que cada uno, desde el lugar que le correspondía, se desplegara lo que más podía, discutiendo, proponiendo, aportando.

Ya con Rosario en nuestra iglesia y con una comunidad impactada, pudimos sostener este dolor haciendo lo que siempre declaramos hacer: ACOMPAÑAR. Toda la comunidad mostró su afecto y empatía de distintas maneras: flores, tarjetas, mensajes, oraciones, abrazos.

Me siento orgullosa al mirar atrás y ver que le regalamos a esta familia la posibilidad de despedir a Rosario de la manera más hermosa que podíamos, llena de signos, colores, gestos que espero los hayan ayudado a aplacar el dolor. Su misa fue maravillosa, con la presencia de toda la comunidad, con colaboradores cantando desde el corazón, con jesuitas presentes de una manera impactante.

Hoy, terminada esta semana de duelo, son muchas las reflexiones. Pude ver en toda su magnitud la grandeza de esta comunidad ignaciana que no deja solo al que lo necesita… pude ver a un Equipo Directivo cohesionado, empático, humano; pude ver a un equipo Pastoral sosteniendo a esta comunidad desde lo que le corresponde a cada uno y desarrollando un acompañamiento delicado, integral, construido en equipo.

Me quedo además con el mensaje de fe y entrega que nos dio la familia de Rosario… fe de que su hija cumplió los planes de Dios. Padres agradecidos de haberla tenido, entregando a su hija con dolor, pero a la vez con esperanza, acompañados y dejándose acompañar por nosotros con una generosidad que impresiona.

Esta semana vi lo que significa realmente la misión de la Pastoral del colegio: en medio del dolor dimos consuelo; en medio de la oscuridad, dimos luz; en medio de la soledad, dimos compañía unos a otros, de manera recíproca, dando y recibiendo, porque este dolor fue de todos.

Jesús se hizo presente entre nosotros dándonos calma para poder estar donde había que estar. Espero ahora que esta comprensión de la Pastoral se mantenga, que podamos seguir dando luz, contención, apoyo y testimonio de fe. Espero que este pulmón del colegio llamado Pastoral y Formación sea el pulmón que mantenga viva la llama de la espiritualidad, de la fe, del amor de Dios entre nosotros y que todos quienes formamos parte del colegio San Ignacio nos sintamos acompañados en las alegrías y en las penas que nos pasan cada día. Una Pastoral que no solo declara, sino que vive desde lo más profundo lo que San Ignacio quería: En todo Amar y Servir.

Javiera Jansana
Directora de Pastoral y Formación
Colegio San Ignacio Alonso Ovalle