Salir a terreno para llegar hasta al último de sus estudiantes con el que no tengan contacto. Este es el propósito que se planteó el Colegio San Alberto, ante la preocupación y la incertidumbre de no poder llegar desde la virtualidad a algunos de sus niños y jóvenes hace meses. Fue así como hace algunos días su equipo de Formación y Convivencia acudió a dos campamentos en la comuna de Cerrillos, logrando contactar a 23 estudiantes.
En ese contexto, la trabajadora social del Colegio, Yudith Saavedra, comenta que el fin de estas visitas fue intentar re-vincularse con los estudiantes y sus familias a través del diálogo, para recoger información relevante respecto a sus contextos y visibilizar las condiciones que han dificultado su desarrollo académico durante el primer trimestre. «Esto, con el objetivo de generar prontamente estrategias colaborativas junto a los apoderados y la comunidad educativa en general, que amortigüen estas problemáticas y permitan la reintegración escolar en la modalidad que sea pertinente», señala.
La profesional agrega que hay un deseo de acompañar, desde lo humano que les permite visualizar su capacidad de actuar, intervenir y contribuir desde lo mínimo en las vidas de niños, niñas y adolescentes que viven cotidianamente las consecuencias de decisiones que toman los adultos. «Hay una necesidad desde el calor humano – desde la simpleza de un abrazo fuera de protocolo o desde el llamado de atención de la inspectora – de rescatar cosas simples de lo cotidiano y cuestionarnos nuevas formas de vincularnos desde el cuidado», reflexiona.
Sobre la visita en sí, Yudith afirma que al comienzo fue compleja, porque embarcaron su búsqueda a partir de un afiche publicado en las redes sociales del colegio. Al llegar, contaron con la ayuda de un apoderado que había visto la información. «De a poco, los estudiantes comprendieron que el encuentro no tenía un carácter formativo/normativo, sino que era un espacio de encuentro para saber cómo estaban, para conversar y poder re-vincularnos. Fue gratificante escuchar cómo algunos nos reconocían, nos contaban con más libertades cómo estaban, cómo vivían su día a día y nos compartían sus complejidades con una confianza bien generosa», dice.
Finalmente, señala que, tras esta experiencia, todos los miembros del equipo en terreno superaron sus expectativas iniciales y confirmaron su anhelo de poder re-aplicar estas acciones como equipo y como comunidad educativa del colegio.