Coincidentemente con el Día de San Ignacio, este domingo 31 de julio finaliza el “Año Ignaciano”, celebración mundial iniciada el 20 de mayo de 2021 que conmemoró los 500 años de la conversión de nuestro Santo Patrono.
En este contexto, en gran parte de nuestras comunidades escolares, se realizaron diversas actividades para conmemorar esta fecha que tuvo como lema “Ver nuevas todas las cosas en Cristo”. Fue el caso del Colegio San Ignacio El Bosque y de la Escuela San Ignacio de Loyola de Valparaíso, que coinciden en que, al iniciarse el Año Ignaciano, había una necesidad comunitaria importante del reencuentro en lo espiritual.
“Veníamos de una crisis eclesial que nos golpeó internamente; después vino la crisis social y política, y, sin respiro, llegamos a la pandemia. Todo esto dejó anímicamente bien golpeadas a las familias, entonces, para nosotros el Año Ignaciano fue una muy buena noticia y una oportunidad para poder vivir todo esto con un criterio distinto, evangélico, y pensando que Ignacio había pasado por períodos de muchas crisis” explica Loreto Quijada, Directora de Pastoral y Cuidado de la Persona del Colegio San Ignacio El Bosque.
En esa línea, agrega que este tiempo les sirvió mucho para vincularse, siendo una invitación no solo a vivir la experiencia de conversión personal, sino que también comunitaria. “Sentíamos que en el camino de intentar transmitir la fe por la lógica de los nuevos tiempos, se nos fueron escapando alguna cosas y de ahí la importancia de volver a conectarnos con nuestra espiritualidad, viviendo un proceso y una experiencia de fondo”, relata.
Pero ¿cómo llevaron a la práctica la celebración de este tiempo? Loreto enumera varias instancias, entre las que destacan la apropiación del lema, llenando el colegio con letreros con ojos y preguntas, y haciendo girar el año en torno al “ver”. Si bien esta intervención estuvo dirigida a los estudiantes, el fuerte de las iniciativas estuvo dedicada a educadores y familias “sintiendo que eran agentes claves para levantar desde nuestra espiritualidad e irradiar a hijos e hijas”. Así armaron comunidades tanto de educadores y de familias y establecieron hitos mensuales, sumándose a las 4 etapas propuestas por la Provincia Chilena de la Compañía de Jesús (la herida, la conversión, la santidad y la misión).
Esta conmemoración finalizará el 18 de agosto con el Día de la Solidaridad. “Nuestro deseo es que la experiencia continúe. No puede terminar, porque nos ha permitido generar un espacio identitario, de encuentro, de vinculación y de no perder el horizonte en lo que es el proyecto educativo del colegio. Queremos continuar ese peregrinaje al que nos invitó Ignacio”, dice.
Desde la Escuela San Ignacio de Valparaíso comentan que una de las motivaciones para sumarse al Año Ignaciano fue lograr un acercamiento a nivel de estudiantes y familias con la vida de Ignacio. “Si tenemos una espiritualidad que nos mueve, es importante saber desde dónde surge, quién es Ignacio y cómo su experiencia de vida nos conduce al seguimiento de Jesús. Es por ello que creímos importante poder acercarlos a vida con algo concreto y lúdico”, explica Sandra Calderón, Coordinadora de Pastoral y Formación.
En ese marco, hicieron el concurso fotográfico “Yo soy Ignacio de Loyola”, donde los estudiantes debían representar con una foto algún momento de la vida de Ignacio. “Los niños empezaron a participar, se sumaron con las familias y fue genial, porque a través de la imagen de San Ignacio, acompañada con un pequeño texto, se familiarizaron más con su vida”, cuenta Sandra añadiendo que ahora, de vuelta de vacaciones, cada curso va a tomar un momento de la vida de Ignacio para desarrollarlo y el 31 de julio se hará una exposición de los trabajos.
Algo que la Escuela también valora fueron las Guías de Oración publicadas por la CPAL, que les fueron de gran utilidad para organizar sus pausas ignacianas. “Uno de los focos potentes fue tener instancias de encuentro con los educadores a través de las pausas ignacianas, que empezamos a instalar en pandemia y se mantuvieron al volver a la presencialidad, teniendo como base el material publicado por la CPAL”, señala Sandra.
Sobre el ánimo de la comunidad de la Escuela para vivir las experiencias propuestas, manifiesta que hubo una muy buena acogida. “Estar lejos de todo en pandemia, nos hizo sentir con mayor fuerza la necesidad de lo espiritual. Este año ha sido de reencontrarnos y reconocernos, mediante la oración, las celebraciones litúrgicas y el compartir que no pudimos hacer antes. Encontrarnos y agradecer es un elemento que ha sido transversal a las distintas acciones que hemos emprendido”, reflexiona.
A modo de cierre este tiempo, el domingo 31 de julio se realizará en la Escuela una misa abierta a la comunidad, que será celebrada por su capellán, padre Cristian Rodríguez S.J. eucaristía que reunirá, además, a las comunidades jesuitas de la región.
Video sobre el Año Ignaciano en el SIEB: