Bajo el título «Educar es un acto de esperanza», la P. Universidad Católica de Chile realizó una nueva versión online del Congreso de Educación Católica, que tuvo como objetivo promover una reflexión profunda y acabada de la educación católica, que pueda dotar de sentido el quehacer educativo de las instituciones frente a los cambios que están por venir.
Para ello contó con tres destacados conferencistas: Peter Tabichi, ganador del Global Teacher Prize 2019; Francesc Pedró, Director del Instituto Internacional de la UNESCO para la educación superior de América Latina y el Caribe; y José María del Corral, Director Mundial de Scholas Ocurrentes.
Asimismo, contó con cuatro paneles: “Educando en libertad desde la identidad»; “Vocación docente, pasión por educar”; “Misión educativa, hacia un nuevo mundo” y “Una educación con sentido”. Este último contó con la participación de Juan Cristóbal García-Huidobro sj, Delegado para la Educación Escolar de la Compañía de Jesús y Presidente REI; Susana Claro, profesora de la Escuela de Gobierno UC; Carlos Torrendell, Integrante del Consejo de Calidad de la Educación de Argentina; y Juan Antonio Álvarez, Cofundador y Director Ejecutivo de la Fundación Trabün.
En su intervención denominada «Formación integral, innovación curricular y educación católica», Juan Cristóbal García-Huidobro sj se refirió a la investigación que realizó para su tesis doctoral, que abordó la innovación curricular específicamente en educación secundaria. Para ello, estudió casos de escuelas secundarias chilenas que son especialmente innovadoras, relatando cómo, desde una perspectiva cualitativa, conceptualizó sus modelos curriculares y determinó de qué manera innovaron con mucho ahínco.
«Algo potente que me mostró mi investigación fue que, efectivamente, a pesar de la declaración de los colegios chilenos que mayoritariamente hablan de ofrecer educación integral, pareciera que los colegios católicos son aquellos que se lo toman muy en serio. En los colegios católicos, desde una antropología cristiana, se lleva a integrar las dimensiones cognitiva, espiritual, física y socioemocional de la persona» dijo.
Por otro lado, y ante la pregunta ¿cómo se puede incentivar a la escuela católica a formar desde una visión cristiana?, señaló que uno de los problemas que se presentan en estas instituciones en la actualidad tiene que ver con la disociación entre la experiencia de fe y los contenidos que enseña el profesor como sujeto. «Nos encontramos con mucho docente que tiene búsquedas religiosas auténticas, pero a veces están divorciadas del contenido mismo que enseña (…). Cada educador debiera tener una integración muy profunda de su experiencia de fe con lo que está enseñando, sino ese cisma se lo transmitimos a los estudiantes (…) Es algo muy crucial que debe trabajarse en cada docente, y tenemos que acompañar esos procesos», reflexionó.
Por su parte, Susana Claro, se refirió a la importancia de que los estudiantes conecten su propósito con la sala de clases, entendiéndose este concepto como el compromiso por hacer una contribución significativa al mundo. «Es importante combinar el hecho de empujar a los estudiantes a concretar y visualizar su propósito con aumentarles la creencia de que sus habilidades pueden cambiar y que cada paso los acerca en este propósito, desarrollando las habilidades que necesitan y valorando que todo lo que avanzan es una contribución al mundo», sostuvo.
En tanto, Carlos Torrendell manifestó que el desafío clave de la escuela católica es cómo se transmite crítica y creativamente la cultura a la luz del evangelio. «La respuesta es la educación integral», sentenció. Asimismo, identificó cuatro tipos de «fugas» del sentido de la escuela católica latinoamericana: encierros por estrato social, que implica discriminaciones multidireccionales; ideologismos, que son síntesis cristianas al servicio de reduccionismos de la fe; funcionalismos, que son encierros en la gramática escolar, en la política educativa y en el mercado; y el carisma como club, que es la pertenencia a una comunidad de relaciones afectivas con palabra claves que identifican sin comprometer.
Finalmente, Juan Antonio Álvarez, se refirió a la importancia de que los colegios tengan identidad, ya que ésta es su razón de ser y explica el nacimiento de toda institución educativa. «Un colegio sin identidad es como un barco sin rumbo y sin ella nuestros esfuerzos podrían estar siendo en vano. Para un colegio católico la identidad católica debe ser prioritaria y el centro de la propuesta educativa, porque ayuda a los estudiantes a encontrar su fin último, su felicidad, les da un propósito en la vida y es un apoyo para superar dificultades. Es el mejor componente que el colegio les puede entregar», concluyó.