«Solo Dios mi Esperanza» se denomina el Tiempo Ignaciano 2020 que se encuentra viviendo desde el 30 de junio la comunidad de funcionarios, apoderados y estudiantes de la Escuela San Ignacio de Loyola de Valparaíso, que busca revivir la experiencia de tres santos jesuitas: San Luis Gonzaga, San Ignacio de Loyola y San Alberto Hurtado.
Este período es el corazón espiritual del año escolar y busca interiorizar en el carisma ignaciano, permitiendo a su comunidad reflexionar, gustar y sentir a Dios en todas las cosas.
Dado el contexto actual, en la Escuela comenzaron a pensar en cómo lograr empaparse de la espiritualidad ignaciana, conscientes de los problemas de toda índole que ha generado la pandemia en su comunidad, pero con el foco puesto especialmente en sus más de 70 educadores. «Quisimos hacer algo más este tiempo para abarcar a la mayor cantidad de personas posibles. Lo primero fue pensar en el sentir y nos dimos cuenta de que las luces de la espiritualidad ignaciana nos hacen irnos adentro y después pasar a la acción, pensando en los tres santos que inspiran este tiempo», comenta José Pizarro, miembro del equipo de Pastoral.
Fue así como surgieron las pausas ignacianas virtuales y los llamados «Café del Nacho», experiencias para profesores desarrolladas semana por medio, respectivamente. «El propósito de las pausas fue trabajar ciertas preguntas como el examen ignaciano enfocado en la vida personal, incomodarnos con los que nos pasa internamente y llevarlo a lo espiritual. El Café del Nacho, en tanto, se instauró para compartir esas inquietudes y reflexiones», cuenta José Pizarro.
En ese contexto, explica que estas instancias virtuales les ha servido a los docentes para conocerse más, conocer a los nuevos compañeros que se integraron este año y a interiorizarse sobre la espiritualidad ignaciana, aspectos de cierta manera postergados por el confinamiento.» Nos propusimos acompañar mucho a los educadores, porque así, implícitamente, nos acercamos a los estudiantes y apoderados. Un profesor que se siente apoyado es un docente que escucha y acompaña a sus familias», dice.
No obstante lo anterior, estudiantes y apoderados también han vivenciado este tiempo a través de cápsulas informativas y de reflexión desarrolladas semanalmente y también con una misa comunitaria presidida por el capellán de la Escuela, padre Cristian Rodríguez sj. A su vez, desde la asignatura de Religión, se han propuesto actividades lúdicas y artísticas, para que las familias junto a sus niños, aprendan sobre la vida de Ignacio y construyan sus bitácoras, principal insumo de registro del proceso espiritual y emocional.
El tiempo Ignaciano finalizará el 18 de agosto y la idea es hacer un cierre con los profesores sobre «la escuela que soñamos», teniendo como referente a la figura de San Alberto. «El Padre Hurtado se hacía preguntas bien radicales y fuertes. Por eso queremos finalizar este periodo, además, pensando en la justicia y en la acción a la que me siento llamado ‘hacia afuera'», concluye José.