Durante este tiempo de distanciamiento y cuarentena, junto a los equipos de Formación y Pastoral de ambas asociaciones (FyA y ACI), nos hemos visto animados a pensarnos como un cuerpo que trabaja colaborativamente en una misión común desde la espiritualidad que nos une.
En marzo nos encontramos frente a una realidad externa “obligada” que nos puso de cara a la incertidumbre de la celebración de Semana Santa. Surgieron muchas preguntas, pero la idea de buscar formas nuevas de ser comunidad y de ser Iglesia nos llevaron a vincularnos, a tejer nuevos nudos de esta red y animarnos a caminar juntos más allá de nuestros propios colegios y escuelas. Así comenzamos este trabajo colaborativo que se ha extendido a lo largo de estos meses.
Como un gran equipo de formación de la red, hemos reflexionado juntos, hemos compartido experiencias, dificultades y aciertos en la implementación de estrategias y acciones nuevas que han permitido animar y acompañar los procesos formativos y pastorales de las distintas comunidades.
La inducción a educadores nuevos, práctica tan habitual en nuestras comunidades, también se vio truncada producto de la pandemia. ¿La respuesta? – un proceso completo llevado a distancia: comisiones mixtas de trabajo, cápsulas a través de videos y encuentros virtuales en las propias comunidades como con los demás colegios y escuelas de la red. Ha sido un espacio de mucho fruto, de encuentro, de reconocernos con otros. Algunos educadores nuevos han comentado sus deseos de seguir nutriéndose de la espiritualidad ignaciana, la invitación a ser mejores, a trabajar y compartir en red y se han sentido invitados a descubrir maneras para implementar las 4C en la formación de sus estudiantes. ¡Agradecemos a todos los que generosamente han participado en este proceso!
También este gran trabajo colaborativo traspasó las fronteras y aprovechando el impulso del Espíritu que nos anima a salir, junto al equipo de Pastoral de Fe y Alegría de Argentina-Uruguay y Paraguay, tuvimos la posibilidad de vivir una Vigilia de Pentecostés compartiendo las propias vivencias en este tiempo de pandemia.
Desde el cariño, hemos intentado buscar formas para acompañar-nos, a través de reuniones locales, de los coloquios de AES, de espacios de oración y también de búsquedas de estrategias para “ser efectivos” en nuestra tarea de acompañar y de evangelizar en un contexto difícil, pero que necesita encontrar la manera en que Dios también nos va acompañando y animando.
Las necesidades y desafíos que van surgiendo en este contexto que estamos viviendo, son similares en las distintas comunidades y esto nos invita a compartir lo que hacemos para obtener así los mejores frutos para estudiantes, educadores y familias.
Mirando un próximo retorno, nos desafía acompañar y movilizarnos por las necesidades más concretas que tienen muchas de nuestras familias y en la próxima “normalidad” no perder la práctica de ser red, de unirnos desde Antofagasta hasta Puerto Montt. Nos teníamos tan a la mano y no nos habíamos encontrado. Esta situación nos ha regalado la oportunidad de caminar juntos porque la pasión por lo que hacemos nos mueve a dar lo mejor de cada uno.