Es un estudio de tres colegios chilenos que transformaron su currículum para la educación media. Este es, en resumen, el contenido central del libro “Innovaciones curriculares en educación media”, escrito por el Delegado para la Educación Escolar de la Compañía de Jesús y Presidente de la REI, Juan Cristóbal García-Huidobro S.J., que será lanzado el jueves 29 de agosto en un evento que contará con la presencia de Alejandra Arratia, Subsecretaria de Educación del país, y Viviana Castillo, Jefa de la Unidad de Currículum del Ministerio de Educación.
En palabras de su autor, este libro toma una aproximación distinta a la literatura disponible sobre currículum, porque aborda lo que efectivamente hacen los colegios con este lineamiento ministerial y deja en evidencia la necesidad de un cambio de enfoque. He ahí su novedad. “Un supuesto grande en las conversaciones públicas de currículum es que este se desarrolla como lo dispone el MINEDUC. Con más o menos cobertura, pero según esos lineamientos oficiales. Con esto, tácitamente se sugiere que el currículum viene dado y las y los docentes tienen que conocer e implementar. Pero mi supuesto es que hay un espacio muy grande de deliberación que es propio de cada comunidad escolar”, explica.
A su juicio, lamentablemente, ese espacio se ocupa poco. Las razones: el escaso tiempo que hay en las comunidades para reflexionar y diseñar colaborativamente o incluso filosofías educativas poco profundas, que no ofrecen soporte para pensar contextualizaciones curriculares asociadas al proyecto educativo. “Cuando eso no está, es muy difícil hacer deliberación, porque no hay ideas compartidas que te muevan a hacer algo distinto”, que es lo que sí ocurre en los tres colegios que eligió para su investigación. Estas comunidades se tomaron en serio estos espacios, innovando. Eso sí, lo hicieron en direcciones distintas, e incluso opuestas: en torno a la maestría, que es formar estudiantes más expertos en las distintas disciplinas del saber; en torno a la creatividad, que es la formación en habilidades para el siglo XXI; y en torno a la identidad comunitaria, que es transmitir al estudiante una sensación de pertenencia a un grupo y una tradición más grande.
“Los elegí porque quería ver cómo estas comunidades de profesores con un proyecto claro y ambicioso usan la libertad que da el MINEDUC, a través de las llamadas horas de libre disposición y otros espacios y posibilidades para crear cosas distintas”, asevera. Aquí, hace un punto de inflexión: “estas son innovaciones que están presentes en todo el sistema, pero los colegios que investigué las muestran desarrolladas en plenitud. Estos son colegios armados con estas filosofías, no sólo hay esfuerzos de un profesor movido por aquí o por allá. Entonces, las innovaciones que reflejan cada dirección brillan con más fuerza”.
– ¿Qué puede faltarle a un colegio para que tome un camino decidido hacia la innovación?
– Hay dos dimensiones, creo: recursos objetivos, que es que los profesores tengan horas para hacerlo y las demás condiciones que se requieren, pero también hay otra dimensión de formación o de capital humano, si le pudiéramos llamar así. Es decir, calidad docente y también directiva para generar una cultura de desarrollo de la educación en esos espacios del sistema que están ahí, pero que es poco común tomarse en serio. Hay algo en el “vuelo” de las personas que están en los tres colegios que estudié; reflejan una gran calidad humana y profesional.
– ¿Cuál es la motivación de fondo que tuvieron estos colegios para “quebrar esquemas”?
– De fondo, una conciencia de que la escuela, como la conocemos hoy, está colapsando por distintas razones… Y estas diversas razones son las que hacen que las tres innovaciones sean diferentes. Ven la crisis, pero la explican de distinta manera y entonces innovan en una dirección distinta. Una, porque el colegio como lo conocemos perpetúa la desigualdad, no cumple la promesa de movilidad social que está al centro de la cultura moderna. Otra, porque falta integración de lo que aprendemos, que se percibe inútil y desconectado de la vida cotidiana. La tercera dirección de innovación –la identidad comunitaria–- tiene el diagnóstico de que la escuela colapsa porque deja de ser un lugar donde se socializa a los niños, niñas y jóvenes en las narrativas, tradiciones y ritos que nos unen con el pasado y nuestra comunidad local inmediata. Al fondo del proyecto de estos tres colegios late la conciencia de que necesitamos una nueva estructura escolar para educar a la niñez y la juventud del mañana.
Juan Cristóbal es enfático en subrayar la importancia de que hoy necesitamos comunidades con proyectos educativos profundos y compartidos, y educadores con alta calidad profesional para usar creativamente y con propósito claro las horas de libre disposición, la posibilidad de crear planes y programas propios, y todos los espacios de flexibilidad existentes para educar como hoy se requiere. En esto, su visión es concluyente: “Eso supone familias que salgan a buscar el proyecto educativo que anhelan para sus hijas e hijos, porque los hay muy distintos. No existe algo así como una educación de calidad universal; lo que hay son buenas educaciones dependiendo de la calidad que cada familia busque, según sus valores y visión de mundo, según cómo quieran que sus hijos o hijas se desarrollen y crezcan”, concluye.
Lanzamiento del libro: Fecha y hora: Jueves 29 de agosto, 15:15 hrs. Lugar: Colegio San Ignacio Alonso Ovalle, Metro Moneda |