Es la primera etapa del Programa de Formación de Educadores Amar es Servir (AES) y lleva su nombre por ser el lugar donde San Ignacio inició el desarrollo de su vida interior. Se trata de “Loyola”, experiencia que invita a los/as educadores /as que la viven, a tomar conciencia del propio modo de mirar y comprender las distintas dimensiones y ámbitos del desarrollo personal: contexto sociopolítico, vida espiritual, relación con Dios y ejercicio docente/profesional.
Organizado por la Escuela de Educadores y Directivos de la Red Educacional Ignaciana (REI), el Programa Amar es Servir nace el año 2007 con el propósito de que los/as educadores/as construyan un horizonte de sentido tanto para su existencia personal y social, como para su rol de acompañantes en los procesos de formación de sus estudiantes. Está dirigido a educadores de todos los colegios y escuelas de la REI y se desarrolla en diversas etapas a lo largo de la carrera del educador.
En términos prácticos, el Programa – en su totalidad – se organiza en cuatro semanas presenciales en modo internado, que llevan por nombre Loyola, Manresa, París y Roma, las que tienen lugar en algunas de las casas de retiro de la comunidad jesuita.
Entre marzo y junio de este año, se desarrollaron cuatro etapas Loyola (n°s 54, 55, 56 y 57), en las que participaron un total de 101 educadores/as de nuestros establecimientos que fueron comprendiendo de manera sistemática la pedagogía ignaciana, con una bajada concreta a través del Paradigma Pedagógico Ignaciano (contexto, experiencia, reflexión, acción y evaluación). De esta manera, y a través de la reflexión sobre el contexto personal, espiritual, profesional y social, se facilitó que los participantes comenzaran a descubrir en el discernimiento, una clave central para su desarrollo personal.
Cada “Loyola” es acompañada por colaboradores de la Escuela de Educadores como Nelson Montaldo, Carola Puga, Susanne Karow, Yilia Cavour o Juan Pablo Moyano S.J. junto a un grupo de relatores que guían los ejes temáticos diarios.
Sebastián Trujillo, psicólogo del Colegio José Antonio Lecaros – quien vivió Loyola n°57 entre el 03 y el 07 de junio – destaca como aspecto esencial de la experiencia el hecho de haber tenido la posibilidad de detenerse, pensar y reflexionar más allá del “hacer” diario. “Casi todo el tiempo estamos inmersos en el ‘hacer’ y esto sirve para pensar en qué y cómo lo estamos haciendo”, dice.
En esa línea, plantea que su principal aprendizaje tras vivir Loyola tiene que ver con los lineamientos que propone el Paradigma Pedagógico Ignaciano en aspectos asociados al contexto, a la experiencia y al acompañamiento hacia los estudiantes. “Se nos olvida lo relevante de esto, porque muchas veces nos dedicamos a pensar más en términos cuantitativos y dejamos de mirar a nuestros niños y jóvenes en aspectos como su contexto o qué puede estar afectando en su desarrollo y proceso educativo”, afirma.
Por su parte, Valeska Aracena, profesora jefe de 7° Básico del Colegio Nuestra Señora del Camino – consultada sobre en qué aspectos contribuye Loyola a su rol como educadora de un colegio ignaciano – sostiene que le ha aportado en la realización de las oraciones diarias, y la ha motivado a agradecer y aprovechar su día a día. «También como profesora de Matemática, creo que la aplicación de las clases del Paradigma Pedagógico Ignaciano y sus etapas, son fundamentales en nuestro quehacer pedagógico. Para finalizar, la desconexión y el conectarse con uno mismo, ayuda también a parar y darse cuenta qué está bien en mi vida, qué no lo está tanto y cómo lo puedo mejorar tanto en lo personal como en mi rol como docente» cierra.
Cabe mencionar que para el Segundo Semestre de este año, el Programa Amar es Servir proyecta realizar dos etapas “Manresa”, una “París” y una “Roma”.